Y en lo que duró aquel viaje dejó de lado los excesos, aparto los complejos y los miedos. Por un momento creció, y observó la vida que le quedaba por vivir. Y es que de nada importaban los suspensos, las largas discusiones por haber llegado de madrugada, los desengaños amorosos. Seguía ahí, el reflejo de un niño de diecisiete años, con tantas cosas por aprender, con otras tantas aprendidas. ¿Qué más da las veces se cayera o equivocara? Sabía que tendría ese futuro, porque alguien estaría ahí para entregárselo.
Mi estrategia es que un día cualquiera, no sé cómo ni sé con qué pretexto, por fin me necesites.
martes, 16 de abril de 2013
Un espejo con arrugas, un tic-tac acelerado.
Se miró al espejo, y por un momento quiso ser viejo. Como si cada arruga contara una vivencia, si cada cana fuera una lucha por seguir adelante. Poder aconsejar sobre la vida, quizá. O tan solo observar con nostalgia como otros cometen los mismos errores. Por un instante viajó a ese hogar, bajo la luz de la chimenea, en aquella casita perdida entre las montañas, con hijos que corrían y experimentaban por primera vez el tacto de la hierba en los pies descalzos, el sonido de los pájaros por las mañanas, la dulce melodía de que le llamaran "papa"
Y en lo que duró aquel viaje dejó de lado los excesos, aparto los complejos y los miedos. Por un momento creció, y observó la vida que le quedaba por vivir. Y es que de nada importaban los suspensos, las largas discusiones por haber llegado de madrugada, los desengaños amorosos. Seguía ahí, el reflejo de un niño de diecisiete años, con tantas cosas por aprender, con otras tantas aprendidas. ¿Qué más da las veces se cayera o equivocara? Sabía que tendría ese futuro, porque alguien estaría ahí para entregárselo.
Y en lo que duró aquel viaje dejó de lado los excesos, aparto los complejos y los miedos. Por un momento creció, y observó la vida que le quedaba por vivir. Y es que de nada importaban los suspensos, las largas discusiones por haber llegado de madrugada, los desengaños amorosos. Seguía ahí, el reflejo de un niño de diecisiete años, con tantas cosas por aprender, con otras tantas aprendidas. ¿Qué más da las veces se cayera o equivocara? Sabía que tendría ese futuro, porque alguien estaría ahí para entregárselo.
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Cuando me m iro al espejo, no deseo ser viejo.
ResponderEliminar¡ Lo soy !
Pero que conste que no tengo ningún mérito, solo ha sido, que ha pasado el tiempo.
Que lo he pasado bien?, Pues SI.
Y me queda mucho por Vivir, no tanto por ese tiempo que se mide, sino por la calidad,de lo vivido y por vivir.
Saludos, manolo
http://marinosinbarco.blogspot.com.es/
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