lunes, 8 de octubre de 2012

Era duro renunciar a creer que una flor puede ser bella para la nada; era amargo aceptar que se puede bailar en la oscuridad



Es duro culpar a tu cuerpo de no amar, de no amarte. Cuesta aceptar que sea tan fácil crear una falsa certeza como derrumbarla. Puedes perder en silencio la fe en el amor, en la rutina y en las buenas acciones. Incluso empiezas a dudar de Gandhi, de las letras de "The Beatles", de los poemas de Neruda. Sientes que incluso el viento miente, que hasta la lluvia cae para hacerte daño. Todas las calles te parecen la calle melancolía de Sabina. Que en todas las esquinas de la vida te esperan putas y borrachos. Cada vez que follas, es un polvo sin importancia, y se te olvida hacer el amor. Caminar para no llegar a ninguna parte, Aprender para no enseñar nada a nadie...
 Pero aunque a veces me pese la vida, y sea consciente de que los sentimientos son pasajeras y efímeras mentiras, sigo viva.   Sigo viva para poder ver como explota la primavera, como tras momentos de profundos vacíos llegan mares de risas, para deleitarme con los arcoíris en las tardes de lluvia y los colores cálidos que tiñen el otoño. Si, quizás no tenga Amor, no tenga grandes momentos ni canciones con mi nombre, soy consciente de que no tengo todo lo que quiero, pero si todo lo que necesito.

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